5 de enero de 1859: a 161 años aún da zancadas la revolución Constituyente

Tal como dice, Mario Bahamonde, en El caudillo de Copiapó, la Revolución Constituyente empezó antes.         

Hubo varias rebeliones mineras. En 1834, en Chañarcillo, se sublevaron y se tomaron el mineral. En 1847, era eminente otra sublevación, por lo que el gobierno tuvo que enviar un destacamento.

En 1850, se forma la “Sociedad de la Igualdad”, encabezada por Francisco Bilbao y Santiago Arcos. El Norte Infinito, se pronuncia, liderado por el hijo más ilustre de La Serena, Pedro Pablo Muñoz Godoy. La revolución, en La Serena, dio origen a “El Consejo del Pueblo”, con un decreto de José Miguel Carrera Fontecilla. Esta revolución tuvo fuerte resonancia en el Elqui, Huasco, Combarbalá e Illapel.

Los revolucionarios de Copiapó se hicieron del poder, entre el 26 de diciembre de 1851 hasta enero de 1852. Nombraron Intendente a Bernardino Barahona. Los rebeldes publicaron un periódico, llamado: “El diario de los libres”. Luis Vitale, señala, que estos revolucionarios tenían el espíritu de la Revolución Francesa y de la Revolución Inglesa del siglo XVII. Bajo los sones de “La Igualitaria”, compuesta por el poeta Eusebio Lillo, marcharon, con el corvo en cinto, por un mundo mejor.

A continuación, se engendró una nueva revolución; la Revolución Constituyente, que segó centenares de vidas. Pero, que nos legó una forma de ser y un destino.

La profusa llegada de montoneros argentinos: Felipe Varela, el “Chacho” Peñaloza, Crisóstomo Álvarez, Pablo Videla, Vicente Neirot y un sinnúmero de intelectuales —que se alejaban de la dictadura de Rosas—, fueron permeando con facón, mate e ideas federalistas a esta provincia nortina, que llegó a ser tan parecida al noroeste argentino, como lo dice Vicente Pérez Rosales, en su Recuerdos del Pasado. Ya, estos montoneros, tuvieron sitiada a la ciudad de La Serena, y, a través del valle de Elqui, volvieron a guerrear a Argentina. La migración europea también fue fundante de este espíritu.

No son pocas las causas de la Revolución Constituyente, pero está claro que viene de muy atrás; en el deseo mayúsculo de autonomía y justicia social.

Chispa explosiva fue la actitud cruel de los Intendentes, Juan Vicente de Mira y, luego, de José María Silva Chávez.

Chispa fue la peor actitud de Montt, de tratar de sobornar a los diputados Gallo, a quienes quería pagarles las acciones del ferrocarril de Valparaíso, a cuesta del dinero del Estado.

Chispa fue también, la declaración del Presidente cuando dijo, en el parlamento, que “las renovaciones de los altos poderes del Estado se habían efectuado sin conflictos para la tranquilidad pública”. Esto provocó la indignación del diputado, Tomás Gallo, por tanto, cinismo.

Fue también chispa, cuando el regidor, Pedro León Gallo, presentó en el municipio un voto de censura contra el Intendente, Silva Chávez.

Fue chispa, la creación del “Club Constituyente”, en noviembre de 1858. Fueron fundadores: Pedro León Gallo, Pedro Pablo Zapata, Felipe Santiago Matta, Anselmo Carabantes, Olegario Carvallo, José Nicolás Mujica, Luis Lopehandia, Tomás de la Larre, Quirico Montero, Ramón Arancibia, Nicolás Sierralta, Abdón Garín, Félix Garmendia, Tristán Cox, Joaquín Segundo Tocornal, Tomás Peña y David Martínez.

También fue chispa, el periódico El Copiapino, donde aparecían los artículos, que la Asamblea Constituyente publicaba en Santiago, a cargo de Benjamín Vicuña Mackenna, el cual dijo que “la Moneda ya no es un palacio de administración pública, es una fortaleza, es la Bastilla”.

Otras causas importantes fueron: el desasosiego por la ley de municipalidades que les quitaba poder, en vez de entregarles facultades a estas, a partir de una prometida descentralización; el pensamiento nacional de convocar a una Asamblea Constituyente, que reformara la constitución; el deseo no cumplido de que se promoviera la instrucción pública (educación estatal) a las clases más pobres; libertad absoluta de sufragio, etc.

El 5 de enero de 1859, a las 5 de la tarde, los revolucionarios empezaron la gesta que llevaría a la gloria a muchos hijos de Atacama y Coquimbo. Este pueblo temerario construyó sus propias armas, monedas, ejército, himno y una bandera inmarcesible, que hasta hoy flamea en el mundo.

La gesta de Pedro León Gallo, Pedro Pablo Muñoz, Anselmo Carabantes, Elías Marconi, Ramón Arancibia, Olegario Carvallo, Antonio Alfonso y centenares más, es señal de la estructura de los hijos verdaderos del Norte Infinito y su insobornable deseo de libertad.

Tengo en mi corazón, algunos versos del himno: A la bandera de zuavos constituyentes, del poeta y héroe atacameño, Ramón Escuti Orrego: “¡Magnífico estandarte,/ purísima bandera,/ celeste mensajera/ del triunfo liberal!/¡Justicia es tu baluarte,/ tu galardón la gloria,/ la redención tu historia,/ y la unión y libertad!”.

 

Por Arturo Volantines Reinoso, escritor, gestor cultural, presidente de la SALC (Sociedad de Creación y Acción Literaria de Coquimbo