Quedan 11 semanas de transición y Trump ha demostrado que tratará de hacerle la vida imposible a su rival hasta su último minuto en la Casa Blanca. Pero los problemas de Biden no van a terminar cuando asuma: ganó por un margen estrecho, no logró un buen resultado en las elecciones para el Congreso y el fantasma de Trump seguirá pesando.
Joe Biden es el candidato que ha sacado mas votos en una elección presidencial en EEUU. Pero su victoria fue estrecha y Donald Trump emerge de estos comicios como el segundo con mayor votación (superó la histórica marca del 2008 de Barack Obama). La participación de los electores fue la mayor en un siglo, unos 157 millones de votantes (65,7%).
Quedan casi tres meses de transición – el cambio de mando es el 20 de enero- y Trump ha mostrado y sigue mostrando tras los resultados que está dispuesto a todo con tal de no aceptar su derrota. Cuando sea obligado a resignarse tratará de hacerle la vida imposible a su rival hasta su último minuto en la Casa Blanca. Y puede hacer mucho daño. En palabras del Financial Times, el actual presidente no será simplemente un “pato cojo”, como son denominados todos los mandatarios en los meses finales de su mandato. Será “un pato herido”. Y peligroso.
Como sea, el resultado electoral está lejos de ser un desastre para Trump, un presidente polémico, sin respeto por las instituciones y mentiroso contumaz. En su último año, además, enfrentó situaciones muy adversas: la pandemia covid-19 (que manejó muy mal) y las revueltas raciales mas fuertes desde los años 60′. Tal vez su mayor característica es su total desapego a lo que los estadounidenses denominan como “virtudes cívicas”. Y, sin embargo, estuvo muy cerca de reelegirse.
Además del fracaso estrepitoso de las encuestas (pronosticaban una amplia ventaja a Biden y una “ola azul”, el color de los demócratas, en las elecciones para el Congreso) los números muestran que Estados Unidos sale de estos comicios más dividido que nunca. Pero Trump profundizó una polarización que viene de antes. El último candidato que sacó más de 400 votos en el Colegio Electoral fue George Bush padre (1988). Ni la aplastante victoria de Obama el 2008 superó esa marca.
Al desvanecerse las esperanzas de un giro hacia el centro, Biden va a tener muchas dificultades para gobernar e impulsar su agenda. Los republicanos mantendrán el control del Senado y en la Cámara de Diputados su desempeño también superó las expectativas y, aunque los demócratas mantuvieron su mayoría, perdieron algunos escaños.
Los analistas pronostican que el virtual presidente electo tendrá muchas dificultades para que el Congreso apruebe su plan económico, que incluye aumento de impuestos para los sectores de mayores recursos, alza en el sueldo mínimo y un ambicioso programa para estimular una economía más amable con el medio ambiente.
Biden tendrá mas margen para sacar adelante su agenda en política exterior, con un regreso al multilateralismo, con iniciativas como el regreso al Acuerdo de Paris sobre el clima y a la Organización Mundial de la Salud, entre otros tópicos.
El desempeño de Trump probó que su victoria de 2016 no fue solo un voto de protesta contra una mala candidata como Hillary Clinton, vista como la representante de todos los males que se le atribuyen a la clase política. Hay divisiones tan profundas, sociales, étnicas, culturales, que Thomas Friedman, columnista del New York Times, llegó a predecir una improbable guerra civil en caso de victoria de Trump.
Biden, al contrario de Trump y de Barack Obama, no es un líder carismático. Su candidatura fue fruto de un acuerdo cupular de los grandes caciques del Partido Demócrata, que usaron toda su influencia para bajar uno a uno a todos sus oponentes para permitirle que derrotara en las primarias a Bernie Sanders, líder del ala izquierdista del partido y el rival que Trump soñaba enfrentar en las urnas. La cúpula demócrata demostró sabiduría al escoger al candidato más competitivo, pese a sus 78 años.
En medio de esa polarización, hay un punto en que republicanos y demócratas están de acuerdo: la necesidad de enfrentar a China, que ven como amenaza al sitial de EEUU principal potencia del mundo. Podrán variar los estilos, pero en eso Trump y Biden están de acuerdo. Es lo único, pero ni para los EEUU ni para el mundo es poco.