Hoy cuando se cumple un año del estallido social espontáneo y multitudinario ocurrido en nuestro país, en donde “Chile Despertó” y expresó su descontento ante las arbitrariedades y abusos sistemáticos que se han cometido con la ciudadanía chilena. Un año que pasó muy rápido, y que, con pandemia incluida, está a una semana de hacer historia con el plebiscito constitucional del próximo domingo 25.
Plebiscito que nos dará una oportunidad histórica, por primera vez en toda la vida republicana de este país, para poder cambiar y generar una nueva Constitución a través de un proceso democrático, y así terminar con el largo legado de la Constitución de Pinochet y la verdadera dictadura legislativa a la cual nos encontramos sometidos hoy en día. La misma que no ha permitido que Chile en 30 años dé el salto en su desarrollo, pero no solo del monetario, sino que, de sus políticas sociales, tanto en vivienda, salud, educación, pensiones (y podríamos sumar y seguir) con una evidente complicidad del establishment político.
Ciudadanía que se cansó de las tremendas desigualdades a las que se ha sometido por todos estos años, en donde el costo de la vida no para de subir y en donde el endeudamiento sistemático ha sido la única receta a través de la cual poder obtener un mejor pasar. Más aún, en donde todavía se sienten los privilegios de cierta clase de personas que detentan un poder económico gigantesco accediendo a rebajas de multas y condescendencias judiciales que francamente son un verdadero insulto para con la gente, mientras tanto quienes accedieron a un bono de $500.000 pesos deben ahora restituir aquellos fondos por las negligencias propias de un gobierno que no ha ido con ayuda suficiente para sortear los desafíos propios de la pandemia que nos afecta.
Es por esto que la redacción de una nueva Constitución se hace más necesaria que nunca. Desconcentrar el poder para poder tener una política y un Estado que de verdad se haga cargo de la ciudadanía en cuanto a su territorio y sus necesidades, y no con una lógica de mercado y desarrollo encasillado a la ganancia de actores privados. Un Estado que termine con el desamparo y de verdad avance hacia un Estado Social de Derechos y dejar de ser un Estado subsidiario que solo se preocupa de intervenir cuando los privados no quieren hacerlo.
Cierto también es que el redactar una nueva carta magna no va a terminar de inmediato con las necesidades de los chilenos, pero si permitirá hacer un nuevo rayado de cancha que permita redistribuir la riqueza y que se “pele mejor el chancho” para hacer de Chile un mejor país para vivir.
En manos nuestras está el participar y votar para tener una nueva Constitución Política de la República, cierto es también, que la pandemia ha hecho que la vida sea un protocolo en sí, pero que a la vez ha desnudado aún más las diferencias abismantes que existen entre chilenos.
No tengas miedo de participar e informarte durante esta semana que falta antes del plebiscito. Los protocolos sanitarios previamente certificados para el día de la elección permiten que esta se desarrolle en un marco seguro y mientras los cumplamos, el riesgo de contraer Coronavirus se reduce drásticamente.
El 25 de octubre comienza a reescribirse la historia en nuestro país, es de esperar que este sea el comienzo de un nuevo marco de entendimiento y que de una buena vez se sienten las bases para que Chile termine de “cambiar el switch” y empiece a ser el país que de verdad merece ser.
Por Matthias Eyzaguirre Méndez @quilimarino Asesor Jurídico, Emprendedor Turístico, ex candidato a Concejal por la comuna de Los Vilos y a Consejero Regional por la Provincia del Choapa (Independiente PS).