Una vez más, el hambre se convirtió en blanco de guerra en la Franja de Gaza. Lo que debía ser un gesto de subsistencia, terminó en tragedia: familias esperando por harina fueron alcanzadas por un ataque aéreo israelí.
La masacre no se detiene. Al menos 59 personas fueron asesinadas este jueves por bombardeos israelíes en diversos puntos de la Franja de Gaza, en una jornada marcada por la desesperación, el hambre y la muerte. El ataque más estremecedor ocurrió en Deir al Balah, zona central del enclave, donde un solo misil impactó en una multitud que hacía fila para recibir 5 kilos de harina por persona. El saldo: 18 muertos y varios heridos.
La ayuda humanitaria, proveniente de un cargamento saqueado y redistribuido por el Ministerio del Interior de Hamás, fue lo único que motivó a cientos de personas a reunirse, pese al riesgo constante de bombardeos. Pero ni la necesidad más básica parece estar a salvo.
En otras zonas, como Ciudad de Gaza y el norte del territorio, otros 27 palestinos perdieron la vida en ataques similares. En el sur, en Jan Yunis y Rafah, al menos 14 personas más fueron víctimas de los bombardeos.
La ONU ha vuelto a alzar la voz, denunciando que Israel está atacando de forma sistemática zonas de reparto de alimentos. La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha sido categórica: “Israel debe dejar de disparar a las personas que intentan conseguir comida y permitir la entrada de ayuda humanitaria conforme al derecho internacional”.
El relato se repite una y otra vez, mientras la comunidad internacional observa con horror, pero sin acción concreta. En Gaza, la tragedia ya no se mide solo en muertos, sino también en la negación de lo mínimo: comida, agua, refugio y esperanza.
La guerra continúa, pero para quienes sobreviven, cada día se convierte en una batalla por mantenerse con vida… incluso cuando solo esperan por un puñado de harina.









