Los plásticos que desechamos terminan en el medio ambiente y en especial en los océanos, afectando la vida de especies marinas y la del ser humano, debido a que los desechos se fragmentan en pequeñas partículas llamadas microplásticos que podrían penetrar lo tejidos de los animales y ser transferidos a través de la cadena alimenticia al ser humano, ocasionando consecuencias en la salud de todo ser vivo en nuestro planeta.
El plástico es un material resistente y económico con la capacidad de ser moldeable, permitiendo su uso en la industria del transporte, textil, electrónica, construcción y fabricación de envases desechables.
Desde los años 50 hasta la fecha la industria del plástico lidera la producción con respecto a otros materiales, generando alrededor de 300 millones de toneladas anualmente, donde el 36% de esta producción se usa para la fabricación de envases plásticos desechables o de un solo uso. Sólo el 9% es reciclado y el resto termina en vertederos, basureros y en el medio ambiente en forma de bolsas, envases de alimentos, botellas, tapas, bombillas o sorbetes, colillas de cigarro, vasos y utensilios desechables, entre otros artículos.
El plástico se fabrica a partir de compuestos llamados propiletileno, polipropileno y poliestireno, los cuales no son biodegradables o tardan cientos de años en hacerlo, ocasionando diversos problemas ambientales, tal es el caso que ocurre en los océanos donde se han encontrado desechos de plástico tanto en el aparato respiratorio como digestivo de tortugas y delfines quienes confunden estos desechos con alimentos.
Una vez en el medio ambiente el plástico también sufre un proceso de fragmentación, generando pequeñas partículas que pueden ir desde unos pocos micrómetros a varios milímetros, conocidas como microplásticos, las cuales han sido encontradas en océanos, ríos, lagos, suelos y aire. Además, estas partículas pueden atrapar y acumular contaminantes de otros orígenes presentes en el ambiente, transformándose en compuestos aún más tóxicos.
El problema de los microplásticos en la Antártica
Cifras publicadas por el Instituto Antártico Chileno (INACH), indican que alrededor de 5 billones de partículas de plástico flotan en los mares del continente blanco y son la principal causa de enredos, asfixia, estrangulación o desnutrición en animales marinos. Cifras publicadas por el Instituto Antártico Chileno (INACH) indican que alrededor de 5 billones de partículas de plástico flotan en los mares del continente blanco y son la principal causa de enredos, asfixia, estrangulación o desnutrición en animales marinos.
Al respecto, el Doctor en Ciencias, Marcelo González, jefe del Departamento Científico del INACH, informó “el aumento de las actividades económicas asociadas a la pesca, actividades logístico-científica, el turismo en la Antártica, el increíble aumento de productos plásticos que se generan y son usados por pocos minutos, son elementos claves en la contaminación por plásticos en estas zonas “prístinas” (que permanece inalterada desde su origen). No se ha determinado el origen exacto de la contaminación por plástico, es decir no tenemos certeza si la Península Antártica recibe plásticos desde el continente sudamericano, sin embargo, un estudio reciente del 2019, determinó que a lo menos los plásticos en la Península Antártica se originan en latitudes por sobre los 58°S, lo cual confirmaría que en su mayoría los desechos provienen desde el norte fuera del continente antártico”.
“Un estudio reciente del 2019, determinó que a lo menos los plásticos en la Península Antártica se originan en latitudes por sobre los 58°S, lo cual confirmaría que en su mayoría los desechos provienen desde el norte fuera del continente antártico”, indicó el jefe del Departamento Científico del INACH, Marcelo González.
Por otra parte, un grupo de científicos de la Universidad de Coimbra, Portugal, publicaron en la revista Nature Sience Report un estudio donde evaluaron la cantidad de microplásticos en el pingüino Pygoscelis papua en la Antártica, ya que este al ser un predador de especies marinas de la zona les permite evaluar la transferencia de estas partículas que han sido ingeridas por ellos desde otras especies, a través de la cadena alimenticia.
En Chile, según nos contó el Dr. González, “los trabajos realizados son más bien descriptivos respecto de la presencia de estos microplásticos en organismos marinos acuáticos, principalmente, peces y moluscos. Nuestro grupo en colaboración con colegas de Brasil e Italia, participamos en un estudio donde evaluamos el efecto de los nanoplásticos (partículas más pequeñas aún) en las células inmunes de una especie de erizo. Esto lo hicimos pensando en un escenario donde los microplásticos se degradan o fragmenta a nanoplásticos y así son incorporados a las células o tejidos de los organismos”.
Las partículas pequeñas de plástico son muy difíciles de detectar y eliminar, “en la Antártica no existe una tecnología específica para eliminar microplásticos del ambiente, pero en la próxima campaña de Antártica esperamos evaluar el aporte de las fibras de nuestras lavadoras, ya que este es una de las principales fuentes de ingreso de microplásticos al borde costero, indistintamente que exista una planta de tratamiento”. concluyó el Dr. González.
Microplásticos como una amenaza para la salud del ser humano
Hasta la fecha no existen estudios del impacto de los micro o nanoplásticos sobre la salud humana, sin embargo, el ser humano es el último eslabón de la cadena alimenticia que podría recibir estos microplásticos. Los de menor diámetro pueden penetrar en los tejidos y ocasionar daños. Estos efectos, en teoría dependen no solo del tamaño sino también del tipo de material, de la forma, sustancias tóxicas que se encuentren ya sea por el proceso de fabricación o las que atrapen del ambiente y la cantidad que sea ingerida.
De hecho, un estudio realizado en Chile por la Universidad San Sebastián, publicado el año pasado en Marine Pollution Bulletin, evaluó los niveles de microplásticos en especies de peces importantes a nivel comercial en la región del Biobío, encontrando presencia de estas micropartíclas en el sistema digestivo
de estos animales. Además, un estudio realizado en la Universidad de Victoria, Canadá, y publicados en la revista Enviromental Science and Technology estimó que la ingesta anual en personas fue desde unos 39 mil a las 52 mil partículas de plástico al año y si se le suman las partículas inhaladas desde el ambiente, estas podían subir entre 74 mil y 121 mil partículas.
Aún queda pendiente la tarea de investigar el impacto de microplásticos en la salud humana, sin embargo, una aproximación de lo que podría suceder se observó en un estudio realizado por científicos de Nanjing University, China -publicado en Nature Scientic Report- en ratones donde vieron que tras la ingestión de microplástico, estas partículas se acumulaban principalmente en el hígado, riñón e intestino generando alteraciones metabólicas y efectos neurotóxicos, entre otros.