El siglo XVII fue una época tormentosa para los puertos del Pacífico Sur. Una verdadera flota de piratas hacia de las suyas, saqueando frente a las narices del virreinato del Perú. Sin embargo, La Serena fue de los pocos puertos que logró vencer con sus propias armas a los piratas más temibles.
Edward Davis era un marino inglés, que como tantos de su tiempo decidió cambiar la marina mercante por la piratería, y se puso al servicio de don Bartolomé Sharp, otro famoso pirata. Con gran habilidad, ascendió rápidamente en los mandos de sus naves, llegando a hacerse un nombre propio.
Los piratas de aquellos años ofrecían una importante ventaja frente a la Royal Navy; mientras que en aquella la oficialidad solo era para los nobles y burgueses encumbrados, entre los bucaneros el oficial era designado por su capacidad, y el capitán votado por sus tripulantes, sin que se distinguiese su raza. Fue así como Davis se convirtió en capitán en 1684, tras elección democrática.
Su corta pero meteórica carrera, de no más de 10 años, le da a nuestra ciudad un lugar destacado. Davis había sufrido un duro revés en Panamá, donde fuera burlado por la nave que trasportaba el oro en ruta a España. Por ello, asoló los puertos de Perú y Chile, buscando algunos tesoros. Entonces apareció La Serena en el mapa.
En una táctica ya practicada, Davis atacó el indefenso puerto con 200 hombres, pero no contaba con la fiereza de sus habitantes curtidos por la guerra; debió atrincherarse en la Iglesia de Santo Domingo, la misma de hoy.
Los invasores fueron enfrentados por soldados y vecinos durante más de dos días, hasta ser expulsados de la ciudad. Fallecieron de once piratas, y marca la única derrota de Davis en sus correrías en el Pacífico.
Vencido, decidió atacar con solo 80 hombres Davis la ciudad de Arica, donde robó unos 10.000 escudos españoles, algo así como 930 millones de pesos. Pero conseguiría algo más valioso aún.
Por los prisioneros de Arica, Davis supo que se planeaba una expedición marítima para liberar al gobernador de Guayaquil, prisionero por el pirata Le Picard. Así, solo con sus 80 hombres, más quince esclavos que solicitaron unirse como hombres libres a su expedición, Davis se dirigió a salvar a le Picard, y reclamar su parte del botín. Gracias a la información recibida obtuvo la mitad del tesoro de Guayaquil: 50.000 escudos, casi 500 millones de pesos, lo cual fue dividido entre sus poco menos de cien hombres.
La historia posterior de Davis se vuelve un tanto vacilante. Escapando de los españoles, descubre una isla frente a Copiapó, la llamada “Tierra de Davis” que fue mal cartografiada por su tripulación por la rapidez del escape y nunca más pudo ser encontrada. Hoy se discute si era la isla de Pascua, u otra isla del Pacífico. Lo cierto es que algunos la han proclamado independiente, bajo el nombre de la República de Rino Island.
Davis escondió buena parte de su tesoro en la isla de Cocos, en Costa Rica, para finalmente terminar preso en las entonces colonias británicas en América. Después de su liberación volvió a Inglaterra, y recuperó buena parte de sus riquezas, aunque jamás consiguió sacar de la isla de Cocos su tesoro.