Los extensos y complejos procesos que conciernen al área educativa han contribuido a la consolidación de una Ciencia de la Educación, con sus particulares objetos de estudio y métodos: el saber pedagógico y las respuestas al qué, para qué y el cómo del proceso de enseñanza y aprendizaje.
Pero, es necesario tener claro que el conocimiento de los intrincados elementos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, deben traspasar la barrera de lo cognitivo y lo administrativo. La educación como proceso de formación del hombre para la consolidación y/o transformación de la realidad, no puede estar ajena a lo que sucede en la sociedad. Alumnos, docentes, apoderados, administradores y las instituciones educativas, son parte de una sociedad determinada. El hecho de ser ciencia no puede hacernos creer que sus leyes son universales, que casos particulares pueden ser generalizados sin tomar en cuenta la realidad: economía, política, cultura e histórica. Hasta los propios procesos del pensamiento están determinados, en última instancia, por esta realidad.
El conocimiento y comprensión del espacio y el tiempo (contexto) es hoy aún más importante, cuando conceptos y categorías, propios de la ciencia, están en discusión, tales como: Verdad, realidad, razón lógica, la investigación, los métodos, las teorías, el propio concepto de ciencia, están siendo actualmente cuestionados, tanto por el pensamiento contemporáneo como por la realidad concreta. La educación formal (institucional o informal) responde a un proceso histórico social, a unas condiciones económicas políticas y sociocultural determinadas, no es un proceso aséptico, que pueda ser percibido solamente desde el punto de vista cognitivo y/o organizacional, de las funciones, roles de los miembros que la conformar, sino que es eminentemente colectivo y se rige por principios filosóficos, políticos y culturales del tipo de hombre que desea formar una sociedad o nación particular.
Todos coinciden en señalar a la Educación como prioridad nacional. Sin embargo, observamos con preocupación cómo el abordaje del proceso educativo normalmente se hace bajo teorías y paradigmas foráneos (fundamentalmente el de las escuelas pragmáticas-utilitaristas norteamericanas) sin tomar en cuenta nuestro propio proceso histórico, nuestra idiosincrasia, cultura, realidad socioeconómica y política y nuestro papel en el escenario internacional.
La educación, en cualquiera de sus manifestaciones, no ha sido ni será nunca neutra, más aún en el contexto actual de la globalización, del debate posmoderno y de las propuestas alternativas de nuevas formas de organización societal. Frente al exaltamiento y magnificación de la revolución informática y en consonancia a los cambios que vienen ocurriendo en Chile, en los cuales se intenta replantear un nuevo tipo de sociedad y se ha dado inicio a un número importante de propuestas educativas, se hace imprescindible el abordaje de la educación desde una perspectiva filosófica y sociopolítica.
Por Pedro Rodríguez Rojas, sociólogo, académico Universidad Central Región de Coquimbo