La Colección Deisler tiene el objetivo de publicar a poetas de la Región de Coquimbo, del Norte Infinito y de cualquier lugar, cuyas obras tengan una propuesta estética subvertiente.
La obra de Guillermo Deisler es muy relevante, profusa y radical. Además, su vida de académico y revolucionario fue ejemplar. Según, Gonzalo Millán, es el poeta visual chileno más importante de nuestra historia literaria. Su producción editorial en Ediciones Mimbre es inigualable: reúne algunos de los poetas más signantes de Chile y, especialmente, de la Generación ’60, y los textos son obras de arte en sí y objetos rarísimos de la literatura.
También, sus “antologías visivas” son del primer orden: anuncian nuevos tiempos, y congregan a poetas cosmopolitas, de esa época vanguardista, que, a pesar de los años, siguen siendo audaces. Y, si agregamos su importante obra personal: siempre radical, propositiva y usando materiales alternativos como hojas recicladas, cordeles y trozos de diarios. No solo es alumbradora de lo visivo y del collage, sino de una pensada propuesta estética. Pagó con exilio y muerte prematura, su generosidad, radicalidad y propuestas cuestionantes al establisment político, ético y estético.
Esta colección propone seguir uno de los senderos de Guillermo Deisler: publicar primero a poetas del Norte de Chile y otros relacionados en el cono sur de nuestra América. Pero, también, encontrar obras no publicadas de poetas nortinos de los siglos anteriores. Y promover propuestas estéticas de poetas nortinos e insertarlos en los circuitos literarios. Además, publicar y promocionar a poetas de cualquier lugar, que visualicemos como relevantes para nuevas visiones. Por ello, no nos avergonzará ir más allá de la literatura para hacer literatura.
El texto denominado: La otredad del silencio de Alicia Mondaca —el primero de esta colección— es propuesta que rastrea la radicalidad desde una visión de mundo que propone un cuestionamiento a la tradición literaria del Norte Infinito. Es encontrar una respuesta y un camino: en la posmodernidad agobiada por el consumo, la corrupción, el abandono de los ideales y la pusilanimería. Las preguntas mayores están asociadas a la tecnología, a la relatividad y a las galaxias. Sin embargo, une el pasado reciente del lar poético con saltar hacia el infinito. Indudablemente, transita en esferas de las ciencias: del tiempo, en Hawking y revisa a otros astrónomos y poetas, para construir una visión galáctica y vanguardista: collage, donde lo “everyware” y lo primigenio convulsionen una nueva mirada de mundo.
La construcción de sus textos, basados en la visualidad, producen la primera extrañeza. Luego, con la incorporación de la música, de los Iniciados y de los santos crea una liturgia visual, sonora y cósmica. El unir lo lárico con fractales la llevan a una radicalidad no vista en la literatura del norte. Innegablemente, es una poeta distanciada del feminismo y de la redención ideológica del siglo XX; sin embargo, reclama por un entorno despojado de armonía. Ella propone una nueva armonía, una sinfonía coral y estelar. Su poesía es casi desprovista de imágenes rutilantes. Aquí lo rutilante viaja en el espacio real de sus versos y en el espacio imaginario de su propuesta. Es arriesgada su radicalidad; de repente se vuelve enigmática y distanciada de la usanza poética. Por lo mismo, es una poética diferenciadora de la mayoría de sus contemporáneos en el norte chileno. Hay momento que no se puede hablar de poesía poética sino plástica: actualidad en lo visivo y en las tradiciones incorporadas en la pintura. Al final del libro, se vuelve hacia cierto larismo que añora a la familia perdida y a lugares donde el semejante habita en concordancia con la naturaleza.
Alicia Mondaca es poeta que huye del verso dulzón, de la alharaca feminista, de lo versoso, de la edificación tradicional; se arriesga en cuestionar el constructo acostumbrado y bien premiado. Incluso, prospera en lo poéticamente incorrecto. Sólo con ello, ya se ubica en la primera línea de la poesía del Norte. También, el libro la bien acompaña; es decir: Deisler y el formato del libro. No nos fue fácil meter su traje poético en este basamento tradicional. En algún momento, le sugerí que tenía que tomar partido u opción por el formato natural de la poesía o entrar derechamente en objeto de las artes plásticas. Debo reconocer que no nos fue fácil y tuvimos que hacer varias pruebas. Quedamos, al final, disconformes, porque no solo era la obra de Alicia sino también de Deisler. Pero, como no existe lo perfecto, creo que hemos dado un paso adelante. Y es un paso adelante en la poética del norte, por qué hay que preguntarse si nuestro canon nortino avanza o retrocede. Me atrevo a sostener que Rosario Orrego, Gabriela Mistral, Stella Díaz Varín tienen continuidad y cambio en Alicia Mondaca.
Y lo que diga el destino ya será carozo del bosque, al decir de Jorge Teillier.
(Por Arturo Volantines