“No puedo permanecer ajeno a la suerte de mi pueblo”

”La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque me encuentro unido a toda la humanidad, por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.” John

Estados Unidos pretende agredir militarmente a Venezuela, para apoderarse de sus minerales y las mayores reservas de petróleo en el mundo. Venezuela supera a países como Arabia Saudita (264.516 millones de barriles), Irán
(151.170 millones de barriles) e Irak (143 millones de barriles). Sus reservas crecieron 40%, mientras que Arabia Saudita, en segundo lugar, sufrió un estancamiento. En el informe, la OPEP asegura que las reservas certificadas en el mundo alcanzan 1.467.012 millones de barriles, de los
cuales América Latina posee 334.811 millones de barriles, Venezuela acumula el 89% de ese total. En Latinoamérica, después de Venezuela, siguen Brasil (12.857 millones de barriles), México (11.692 millones de barriles) y Ecuador (7.206 millones de barriles).

Y no contento con ello, pretenden apoderarse de las reservas de gas. Venezuela también presentó un crecimiento de 9,1% en reservas probadas de gas, gracias a la incorporación de importantes yacimientos costa afuera
explorados por firmas extranjeras. Con 195,1 billones de pies cúbicos (TCF, por sus siglas en inglés), la nación sudamericana superó el año pasado a Nigeria y se sitúa octava en la lista de países con mayores existencias de
gas, que lidera Rusia con unas reservas de 1.580 TCF, según el boletín estadístico de la petrolera británica BP.

Venezuela es el tercer país con mayores reservas de oro, ocupa el tercer lugar entre los países del mundo con mayor porcentaje de oro dentro de sus reservas monetarias internacionales, un 69,3% están compuestas por el metal
precioso. Revela también que Venezuela se sitúa en el peldaño número 16 de las naciones con mayor cantidad de toneladas de oro en sus reservas monetarias, al contar con 367.600 toneladas del metal.

De este modo, Venezuela lidera la lista de países latinoamericanos por cantidad de reservas de oro, mientras que México ocupa el segundo lugar en la región, con reservas de 122.700 toneladas; seguido de Brasil, con 67.200 toneladas; Argentina, con 61.700 toneladas y Bolivia, que posee un total de 42.500 toneladas. 

El Gobierno nacional ha garantizado la soberanía nacional, devolviendo a los venezolanos los recursos minerales que le corresponden, dejando atrás las prácticas de secuestro de bienes nacionales durante la IV República (1958-1998).

Esto es lo que busca Estados unidos, no el bienestar de la población, que pretenden someter a fuego, confió en el pueblo, por la experiencia ya vivida en otros países y el nuestro, no permitirán o permitiremos este alevoso intento de golpe a un gobierno constitucionalmente elegido por su
pueblo. Simón Bolívar nos advirtió hace muchos años: “Cuando los pueblos, no importa su tamaño, se unen para luchar por su independencia y soberanía, lo más seguro es que la victoria sea de estos”.

Quisiera manifestar, como chileno, que las opiniones de este gobierno no me representan en absoluto, menos las de su Canciller Roberto Ampuero y creo que a miles de chilenos ni los sentimos parte de sus opiniones. Este
gobierno cómplice de la dictadura, se arroga el derecho de hablar por todos nosotros, como si nosotros no pensáramos, no nos informáramos, no analizáramos la situación que está viviendo un pueblo hermano de Venezuela, un pueblo heroico. Yo no quiero que al pueblo Venezolano le ocurra lo mismo que nos pasó a muchos chilenos a partir del sangriento Golpe de Estado,
orquestado y financiado por Estados Unidos.

Donald Trump evaluó seriamente invadir Venezuela alegando cuestiones de seguridad nacional que absolutamente nadie le cree. Según un informe
difundido por la cadena CNN, en una reunión ocurrida el año pasado. 

Donald Trump, no mides sus responsabilidades, podría repetirse un nuevo “Vietnam”, solo que muy cerca de sus fronteras. Estados Unidos se empantanaría en Venezuela en una costosa guerra inacabable que además de causarle incontables pérdidas humanas y económicas, provocaría las
protestas y el levantamiento de amplios sectores de su población, Latinoamérica y el mundo.

La producción de petróleo en la región se paralizaría, y los precios mundiales de los combustibles se dispararían a niveles nunca vistos, generando una crisis económica internacional de alcance incalculable. Esta situación sería agravada por los serios perjuicios que sufrirían las
comunicaciones, transporte marítimo y aéreo en todo el teatro de operaciones. 

Por ello, si por desgracia el desatino de una agresión militar
norteamericana a Venezuela tuviese lugar, los agresores tendrán que retroceder y lamentarse toda la vida de su craso error de haber planificado desde Washington, un crimen masivo contra el noble pueblo venezolano. 

Hoy más que nunca cobran validez las palabras premonitorias de Simón Bolívar sobre “el destino de USA de ser el gendarme nefasto del mundo, dominador imperial de naciones, pero también advirtió que América toda
sería libre y soberana, sobre la base de combatir la ignorancia con unidad, con valentía y solidaridad internacionalista, que inexorablemente debía conducir a los pueblos a ser más iguales para vivir en plena libertad con
justicia social.

Los nuevos ataques sobre la economía Venezolana estaban previstos, de igual manera como lo hicieron en Chile, para llegar finamente al Golpe de Estado de 1973, La diferencia con los que se dieron en años anteriores, es la magnitud de lo que implican, el cuadro de asalto en el que se desarrollan. Una suma de los últimos números brindados de manera pública da: 23 mil millones de dólares de daños, según reportó el canciller venezolano Jorge Arreaza, 1.2 mil millones de oro venezolano retenidos en Gran Bretaña, 7
mil millones sobre Pdvsa, y 11 mil millones que se generarán a partir de estos nuevos ataques, según Bolton. 

En ese encadenamiento de pasos se enmarcan los cuadros próximos ya anunciados: las acciones de calle hoy, la movilización el sábado, la declaración ya formal por parte de la Unión Europea y Gran Bretaña del reconocimiento de Guaidó, y la reunión del Grupo de Lima el 4 de febrero,
donde participar Chile naturalmente. Se trata de los pasos públicos, los internacionales para avanzar en la conformación del cuadro: activación de actos violentos de diferentes tipos combinados con las movilizaciones
semipúblicas.

No significa que cada paso sea de triunfo dentro de la estrategia en marcha. Siempre es necesario preguntarse cómo medir victorias y derrotas dentro de varios planes en simultáneo. Por ejemplo: ¿no haber logrado mayoría en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es una derrota? ¿O sabían que no lo lograría y el objetivo era la reunión en sí, articulada con la conformación de todos los actores que los EE.UU. necesitan para dar los próximos pasos económicos, políticos y armados? ¿Están dispuestos a avanzar aún con los desacuerdos de gobiernos como Rusia y China, con las nuevas situaciones creadas como, por ejemplo, el impacto de los anuncios sobre Citgo donde Rusia tiene casi la mitad de las acciones? 

La hipótesis indica que avanzarán en otros niveles. “Nosotros los estamos esperando, estamos esperando a los violentos, los mercenarios, y a quienes pretendan meterse en Venezuela”, afirmó Vladimir Padrino López, ministro de
Defensa. Lo dijo luego de describir el escenario en curso: “Esto es un asedio, un libreto, estuvimos viendo el formato que se aplicó en Libia y vemos los mismos actos progresivos que se han generado con la República
Bolivariana de Venezuela”.

La “ayuda humanitaria” parece un punto central dentro de ese plan que avanza como campanadas. Guaidó y diferentes voceros de la derecha afirman que harán ingresar al país la ayuda, aunque no han dado detalles de cómo. Sería, dicen, el punto de inflexión en caso de que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se niegue a dejarla pasar. ¿En qué territorio piensan montar el escenario con las cámaras, diplomáticos y organismos por delante,
y los paramilitares/bandas criminales en las sombras? ¿Será a través de la frontera colombiana?

Es necesario caracterizar los actores locales e internacionales, en el primer caso los factores de derecha apéndices de los EE.UU. como es el partido Voluntad Popular al cual pertenece Guaidó, vinculado a la
construcción de los escenarios de política criminal desde su nacimiento. En el segundo caso quienes están al mando de la Operación Venezuela: Donald Trump, John Bolton, Mike Pence, Mike Pompeo, Elliot Abrams, Marco Rubio,
los vectores del neoconservadurismo norteamericano vinculados a las tramas más oscuras de las intervenciones declaradas o por debajo de la mesa en el mundo. 

Describir el escenario, las posibles lógicas de las secuencias, las preguntas acerca de los límites o no de la avanzada dirigida desde los EE.UU., puede esclarecer el tipo de enfrentamiento en el que se está. El cuadro venezolano se ha desacoplado de los tiempos conocidos en los demás países del continente, Equivocarse en el análisis puede conllevar errores gruesos de apreciación. 

La dimensión de lo inédito demanda actualizar las claves de análisis. Estamos ante un escenario novedoso dentro de una situación mundial inestable, de disputa, emergencias de potencias y manotazos norteamericanos para recuperar un terreno que se le escapa. Venezuela es uno de los puntos centrales que buscan tener bajo control y ceniza. El Gobierno de Nicolás Maduro lo tiene claro.

No soy un analista internacional, pero me doy cuenta de la implicancia que tendría un Golpe de Estado en Venezuela: Detenidos desaparecidos, torturados, masacrados, exiliados, pena de extrañamiento, concejos de Guerras, fusilamiento, etc. etc. Solo soy un Chileno que no comparte las opiniones de este gobierno de derecha que impera en Chile, que incentiva un Golpe de Estado, el que defendió y fue parte de la dictadura militar en Chile, aquellos que se llenaron los bolsillos apropiándose de las riquezas
de nuestro país, los que defendieron a Pinochet cuando lo detuvieron en Inglaterra, que lo nombraron Senador Vitalicio y gobernaron en concomitancia con los grupos económicos, cuando en Chile se hacía “justicia en la medida de lo posible”. No soy parte, ni asumo las opiniones de este
gobierno que obedece las indicaciones de Estados Unidos.

 

Por Luis Aguilera González, Secretario General Sociedad de Escritores de Chile (SECH), Filial Región de Gabriela Mistral-Coquimbo