Según el último informe de Perspectivas Económicas de la OCDE, la recuperación mundial sigue adelante, pero su impulso se ha atenuado y manifiesta cada vez más desequilibrios. El fracaso a la hora de garantizar una vacunación rápida y eficaz en todos los países está resultando costoso, y subsiste un elevado grado de incertidumbre ante la incesante aparición de nuevas variantes del virus.
La producción en la mayoría de los países de la OCDE ya ha sobrepasado el punto en el que se encontraba a finales de 2019 y está volviendo gradualmente a los niveles previstos antes de la pandemia. No obstante, las economías de menor renta, en particular aquellas con bajas tasas de vacunación contra la COVID-19, corren el riesgo de quedarse atrás.
Las Perspectivas prevén un repunte del crecimiento económico mundial hasta el 5,6% este año y el 4,5% en 2022, antes de volver a instalarse en el 3,2% en 2023, cerca de las tasas previas a la pandemia.
La fuerte recuperación de la actividad observada a principios de año está perdiendo fuelle en muchas economías avanzadas. Un acusado aumento de la demanda de bienes desde la reapertura de las economías, y la incapacidad de la oferta para seguir el ritmo, han provocado puntos de estrangulamiento en las cadenas de producción. Escasez de mano de obra, cierres relacionados con la pandemia, un aumento de los precios de la energía y de las materias primas, y la insuficiencia de algunos materiales esenciales están frenando el crecimiento y agravando las presiones de los costes. La inflación ha aumentado considerablemente en algunas regiones ya desde el principio de esta fase de recuperación.
Proyecciones de las Perspectivas Económicas
Junto a las presiones de costes derivadas de la escasez de suministros en la industria y al aumento de los precios de los alimentos, los desequilibrios del mercado energético están jugando un papel clave en el aumento de la inflación en todas las economías. Los precios del gas han experimentado subidas bruscas, sobre todo en Europa, y los riesgos son elevados, ya que los niveles de almacenamiento están un 28% por debajo de lo habitual en esta época del año. El incremento de los costes de la energía y los alimentos está afectando inexorablemente con mayor intensidad a los hogares con bajos ingresos.
Las presiones inflacionistas están siendo más fuertes y persistentes de lo que se había vaticinado hace unos meses. Ahora se prevé que la inflación de los precios al consumo en la OCDE comience a suavizarse en 2022, para después moderarse conforme se resuelvan los principales cuellos de botella, se amplíe la capacidad, más gente se reincorpore a la población activa y la demanda se reequilibre.
En las Perspectivas se subraya el riesgo de que siga habiendo perturbaciones por el lado de la oferta, tal vez asociadas a nuevas olas de infecciones por la COVID-19, que podrían desembocar en una presión inflacionista más prolongada e intensa.
Otro riesgo, expuesto por la aparición de la variante Ómicron en los últimos días, es un deterioro de la situación sanitaria debido al COVID-19 que comporte nuevas restricciones que pondrían en peligro la recuperación. Según las Perspectivas, garantizar un mejor acceso a las vacunas en los países de renta baja debe ser una política prioritaria y urgente. Un despliegue de vacunas más rápido y mejor coordinado en todo el mundo no sólo es esencial para salvar vidas e impedir que aparezcan nuevas variantes, sino que también ayudaría a solventar algunos de los cuellos de botella que están restando ímpetu a la recuperación, al permitir que las fábricas, los puertos y las fronteras vuelvan a abrirse por completo.
Una posible desaceleración brusca en China, si la actividad del mercado inmobiliario sufriera una contracción súbita ante la preocupación por la solidez financiera de algunos de los mayores promotores inmobiliarios, también podría entorpecer la recuperación mundial. El impacto de esta potencial desaceleración se extendería rápidamente a otros países, sobre todo si generara incertidumbre en los mercados financieros mundiales y agravara los problemas de abastecimiento.
En la presentación de las Perspectivas Económicas, junto a Laurence Boone, Economista Jefe de la OCDE, Mathias Cormann, Secretario General de la organización, declaró: “La fuerte recuperación que hemos visto se está moderando y los estrangulamientos por el lado de la oferta, la inflación creciente y el persistente impacto de la pandemia están empañando el horizonte. Como se está constanatndo con la aparición de la variante Omicron, la incertidumbre y los riesgos son elevados, y ello agrava los desequilibrios y amenaza la recuperación. Para mantener la recuperación firme y bien encauzada habrá que corregir una serie de desequilibrios, pero sobre todo será necesario gestionar la crisis sanitaria a través de una mayor coordinación internacional, mejorando los sistemas sanitarios y reforzando enérgicamente los programas de vacunación en todo el mundo”.
Laurence Boone señaló que: “Los gobiernos actuaron con rapidez y eficacia durante el punto álgido de la crisis para apoyar a las personas y las empresas. Pero la tarea no está concluida. La falta de coordinación mundial en la distribución de vacunas nos pone a todos en peligro. Es esencial que aprendamos las lecciones y que invirtamos en el futuro, revisando los sistemas sanitarios, asignando recursos a infraestructuras, ayudando a los niños a recuperar los meses de escolarización perdidos y poniendo en marcha estrategias ambiciosas que ayuden a capacitar a las personas para los puestos de trabajo que se necesitan en un mundo cambiante”.
Asimismo, agregó que: “Los gobiernos deben replantearse cómo se emplean los recursos públicos. Deben gastar con mejor criterio, para así elevar el crecimiento potencial y acelerar la transición a la energía limpia”.
Según el informe de Perspectivas Económicas, la retirada de las ayudas del sector público relacionadas con la pandemia deberá ser gradual para evitar que la actividad se debilite. No obstante, es necesario introducir cambios en la composición del gasto público, para dar cabida a mayores niveles de inversión pública y acomodar la profunda transformación económica que conlleva la lucha contra el cambio climático. Con el fin de mantener la confianza del mercado y el respaldo de la opinión pública, será clave que las autoridades fiscales y monetarias den orientaciones claras sobre cuáles serán las estrategias de sus políticas.