El jefe del gobierno de España, Mariano Rajoy, anunció este viernes la destitución del presidente catalán, Carles Puigdemont, y de su Ejecutivo, y la convocatoria de elecciones regionales para el 21 de diciembre, ante la declaración de independencia del parlamento de esa región española.
Las primeras medidas para “recuperar la normalidad legal” en Cataluña, según Rajoy, fueron tomadas luego de que el Senado autorizara este mismo viernes al gobierno español la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que le extiende poderes extraordinarios para preservar la unidad del país.
Junto con la destitución del ejecutivo catalán, Rajoy también determinó la disolución del parlamento de Cataluña, el cual será reformado tras las elecciones del 21 de diciembre.
La extraordinaria jornada fue la culminación de un largo y agotador pulso de varios años entre Madrid y Barcelona.
El pulso se inició en plena recesión económica en España, a partir de 2010, aunado con las históricas reivindicaciones de más autogobierno del nacionalismo catalán, que se fue radicalizando progresivamente.
Esa radicalización, sin embargo, ha causado una profunda división en la sociedad catalana.
La fractura apareció claramente en el propio hemiciclo del parlamento, donde una mayoría nacionalista aprobó la solemne declaración con la ausencia de la oposición, casi la mitad de los diputados, que abandonaron sus escaños en protesta por una votación anticonstitucional.
“Constituimos la República catalana, como Estado independiente y soberano, de derecho, democrático y social”, proclamó la resolución aprobada por una heteróclita coalición de nacionalistas.