Agapito Santander, Ingeniero Agrícola y Ex Director Provincial de Riego, comenta sobre las repercusiones ambientales del popular fruto.
El consumo de la palta como un ingrediente de las diferentes comidas en nuestro país sigue siendo frecuente, a pesar de que durante las últimas temporadas de cosecha el precio de la palta chilena superó al de exportación, rondando los 5 mil pesos en el mercado interno. Sin embargo, la real problemática con el consumo de este alimento no consiste solo en el aumento de sus precios, sino bajo qué condiciones medioambientales se utilizan las fuentes hídricas para su producción y a costa de qué, es que las grandes industrias agrícolas están satisfaciendo la alta demanda interna y externa, la cual ha alcanzado una cifra récord de exportación durante la última década y que, según el Comité de Paltas Chile, corresponde a un 72% de la producción total de la zona.
Una de las problemáticas más preocupantes en el país, producto del calentamiento global, es la sequía que viven las diferentes zonas del territorio, entre ellas, la Región de Coquimbo y sus alrededores, mismo lugar en donde se encuentran algunas de las industrias dedicadas al cultivo de palta. Según Agapito Santander, Ingeniero agrícola y Ex Director Provincial de Riego, “el consumo de agua por hectárea, que requieren los cultivos de este fruto, es de 10 mil metros cúbicos anualmente”, agregando que los paltos requieren agua todo el año porque su tipo de hojas es perenne, es por esta razón que se diferencia de otras plantaciones que se encuentran en la zona, como los Nogales o uvas pisqueras que necesitan agua solo 8 meses.
Según el catastro frutícola nacional realizado por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA) del Ministerio de Agricultura, en 2005 la provincia del Choapa contaba con 602 hectáreas de paltos y para el 2015 el número había aumentado a 1.904. Además, en toda la región, la superficie sembrada con paltos en 2005 era de 3.931 hectáreas y en 2011 se duplicó alcanzando las 6.290.
A pesar de que en noviembre de 2018, la Dirección General del Agua (DGA) declaró la Región de Coquimbo como “zona de escasez hídrica”, esto no ha frenado a las diferentes empresas a seguir extrayendo las aguas de napas subterráneas, que al agotarse absorben las superficiales, como es el caso del río Quilimarí, dejándolos prácticamente secos. Es por esto, que Santander sostiene que “lo lógico sería legislar al respecto y en cierta medida colocarle un límite a las plantaciones de paltos e incentivar las plantaciones de hojas caducas. Además de especificar, en qué lugares se puede o no plantar. La DGA debería hacer estudios que permitan a las grandes empresas saber cuánto volumen de agua es el que se puede extraer”, pero con tristeza y frustración en su voz explica que “pese a todo esto y lo necesario que es en sectores como el nuestro, que están pasando de ser semiáridos a áridos, aún no existe una ley que regule estas plantaciones, no hay un tope.”
Las crudas repercusiones
Pese a que la sequía está azotando fuertemente a las diferentes comunas de la región, la producción de este fruto no se detiene, al igual que su consumo. En la temporada de 2019 – 2020, Chile produjo cerca de 168.000 toneladas de Palta Hass y cerca del 28% fue consumida en Chile.
Marcela Jeneral, Presidenta de la Junta de Vigilancia del Río Illapel, comenta la preocupante situación del embalse El Bato, ubicado en el sector de la precordillera al interior de la comuna, capital de la provincia del Choapa, y que actualmente solo cuenta con el 0,8% de su capacidad total. “Hoy día, nosotros llegamos con agua útil del embalse aproximadamente hasta el cuatro de mayo, es lo que puede aún salir por compuerta, bajo un convenio que tenemos con las sanitarias. Desde ahí se empezará a bombear el nivel muerto del embalse para dar seguridad al consumo humano de la ciudad y también, al área rural, que conforma un 29% de la población en illapel”
En relación al apoyo del gobierno que ha recibido esta organización, que promueve el cuidado de las fuentes hídricas, Marcela Jeneral señala que “como agricultores y regantes de Río Illapel, hemos participado de muchas reuniones, para saber cómo se está trabajando a nivel central, pero el actuar del gobierno, para mí, es demasiado lento. La situación que estamos viviendo hoy en día, no puede esperar para mañana.”
Ausencia de políticas reguladoras
Agapito comenta un poco sobre la historia del país y cómo ha funcionado el código de aguas a lo largo de los años: “El primer código de agua se promulgó el año 1951, el segundo en 1967 y es en 1981 donde se cambian radicalmente la reglas del juego, ya que fue cuando el agua dejó de estar unida a la propiedad de la tierra”. Y es que en nuestra legislación actual se establece que “las aguas son bienes nacionales de uso público y se otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de ellas”, generando una gran desigualdad para el acceso al agua, debido a que las grandes empresas concentran casi la totalidad de los derechos de uso.
Las plantaciones de palta, según la ODEPA, ocupan el tercer lugar en superficie plantada a nivel nacional, con el 9,5 por ciento. Para la senadora Adriana Muñoz, esto ha sido una gran preocupación, explicando en su visita a la región de Coquimbo que “hay bastante sobreexplotación del recurso, por eso hablo de una irracionalidad, porque está muy bien la inversión, pues el agua se entrega para plantaciones, actividades mineras, de generaciones eléctricas, pero sin considerar que esa cantidad que se está otorgando para actividades productivas, va en desmedro o no del consumo humano”. Esta es la situación que se está viviendo en la región de Coquimbo y sectores aledaños, donde se concedieron alrededor de 120 derechos de agua a empresas privadas solo en 2020, según datos de la DGA. Como expresa la senadora “Mucha gente recibe el agua de a gotas, mientras las paltas nadan”
Aunque el panorama sobre el actuar del Ejecutivo parece ser crítico, Agapito Santander, señala que “hay un instrumento que se va a elaborar, en el nuevo Consejo Regional, que se llama Plan Regional de Ordenamiento Territorial, el cual abarca toda la superficie de la región de Coquimbo y generará las normas necesarias para identificar en qué lugares se puede plantar paltos y en qué partes no”.
Una medida como ésta, según Santander, podría permitir dar los primeros pasos para el desarrollo de una regulación integral sobre el uso de las tierras en la región y así, enfrentar la dura realidad climática que vive la zona a causa del calentamiento global y la desmedida explotación de las tierras.
Reportaje realizado por las estudiantes de Periodismo de la Universidad de La Serena:
Damari Altamirano Molina Francisca Miranda Ortega