El turismo responsable: un compromiso para estas fiestas y temporada estival

A medida que nos aproximamos a la temporada estival y las celebraciones de fin de año, el movimiento turístico en Chile aumenta significativamente. Familias, grupos de amigos y viajeros en solitario comienzan a trazar rutas y elegir destinos para disfrutar del tiempo libre. Sin embargo, este periodo de alta actividad turística también representa un desafío para los ecosistemas, las comunidades locales y la infraestructura de los destinos. Es en este contexto que surge la importancia de asumir un rol activo como turistas responsables, fomentando prácticas sostenibles, éticas y respetuosas, que contribuyan al desarrollo del turismo regional y nacional.

Chile, con su vasta diversidad geográfica y cultural, se posiciona como un país privilegiado para el turismo. Desde el desierto de Atacama hasta los fiordos patagónicos, pasando por playas, valles vitivinícolas y patrimonios históricos. Cada rincón ofrece experiencias únicas y memorables. Sin embargo, la fragilidad de estos entornos demanda una aproximación consciente y comprometida por parte de los visitantes. No se trata solo de disfrutar, sino de hacerlo cuidando los espacios, respetando las tradiciones y asegurando que nuestra presencia no dañe los recursos naturales ni las dinámicas sociales locales.

Como turistas, nuestro impacto comienza desde el momento en que elegimos un destino. Optar por lugares que promuevan prácticas sostenibles y que valoren el respeto por el medio ambiente es un primer paso crucial. Una vez en el lugar, es esencial observar las normas locales, que usualmente están diseñadas para proteger los ecosistemas y el patrimonio cultural. Esto incluye evitar dejar residuos, no extraer elementos naturales como plantas o conchas, y mantenernos en las rutas establecidas para minimizar el impacto ambiental.

La economía local también se ve profundamente influenciada por nuestras decisiones. Al optar por consumir productos de pequeños negocios, alojarnos en emprendimientos locales y participar en actividades ofrecidas por guías residentes, no solo estamos fortaleciendo la economía de la comunidad, sino también promoviendo el desarrollo equitativo y justo. Este tipo de turismo genera ingresos directos para las familias y reduce la fuga de capital hacia grandes corporaciones que, en muchos casos, no reinvierten en el territorio.

Además, ser turistas responsables implica informarse y comprender el lugar que visitamos. Conocer su historia, cultura y tradiciones no solo enriquece nuestra experiencia, sino que también nos ayuda a interactuar de manera más respetuosa con sus habitantes. La sensibilidad hacia las costumbres locales y la disposición para aprender de ellas son esenciales para construir una relación positiva y mutuamente enriquecedora.

La sostenibilidad también debe estar presente en nuestras prácticas diarias durante el viaje. Reducir la generación de desechos, utilizar transporte público o medios de transporte no contaminantes, y minimizar el uso de plásticos son pequeñas acciones que, multiplicadas por miles de turistas, pueden marcar una gran diferencia.

La temporada estival y las fiestas de fin de año son momentos de celebración y disfrute, pero también una oportunidad para reflexionar sobre nuestro rol en el desarrollo turístico del país. Chile tiene el potencial de consolidarse como un referente en turismo sostenible, pero esto solo será posible si cada uno de nosotros asume la responsabilidad de viajar con conciencia y respeto. Como turistas locales, tenemos en nuestras manos la posibilidad de contribuir al desarrollo regional y nacional, promoviendo un turismo que beneficie tanto a los destinos como a sus comunidades.

Este verano, hagamos un compromiso conjunto para cuidar lo que amamos, viajar con responsabilidad y dejar una huella positiva en los lugares que visitamos. De esta forma, no solo garantizamos experiencias inolvidables para nosotros, sino que también preservamos el patrimonio natural y cultural de Chile para las generaciones futuras.

 

Por Daniela Guarda Martínez, directora de la carrera de Ingeniería en Turismo y Hotelería, UNAB Sede Viña del Mar