La competencia entre aerolíneas por captar clientes es feroz. Muchas ofrecen vuelos baratos, disfrazados de “ofertas”, que terminan convirtiéndose en verdaderos abusos. Nuestra experiencia con Jetsmart es un claro ejemplo de ello.
El pasado 15 de enero, abordamos el vuelo 7781,5162 a las 05:42 para asistir a un encuentro poético en Santiago de Tolú, Colombia. Viajábamos junto al Secretario General y Fundador del Movimiento Poetas del Mundo, Luis Arias Manzo, con dos maletas acreditadas de cabina, cumpliendo con las exigencias de la compañía. Todo transcurrió sin inconvenientes hasta nuestra llegada a Bogotá, donde tomamos el vuelo de conexión 7781, 7733 hacia Cartagena de Indias. Durante nuestra estancia de diez días en Colombia, todo parecía en orden, pero el problema llegó en nuestro regreso.
El 25 de enero, al abordar el vuelo 7781, 7733 desde Cartagena con destino a Lima a las 14:34, el personal de Jetsmart desconoció la inclusión de nuestras maletas en el pasaje, exigiéndonos un pago adicional de 150 mil pesos chilenos por
cada una. Pese a que mostramos los boletos donde se especificaba su inclusión, la respuesta fue tajante: “pueden volar, pero deben dejar las maletas aquí”. Nuestro reclamo solo generó la intervención del personal de seguridad de la empresa, quienes, en un tono intimidante y autoritario, nos amenazaron con llamar a la Policía. “Ustedes no están en Chile y aquí se respetan las leyes de Colombia”, nos gritaron, acompañando sus palabras con improperios que no vale la pena reproducir. Peor aún, el vuelo se retrasó una hora y media por problemas técnicos de comunicación con la torre de control del avión.
Jetsmart parece basar su negocio en esta práctica abusiva: vender pasajes con maletas incluidas y luego desconocer la cobertura, obligando a los pasajeros a pagar sumas desorbitantes para no perder su equipaje. Un cobro de 150 mil pesos chilenos por cada maleta equivale a más de medio pasaje, una cifra injustificable. A esto se suma otro cobro que hacen en pleno vuelo si deseas cambiar de asiento, aún cuando estos estén libres y desocupados, todo por “política de la empresa”, señala el personal a bordo.
Es lamentable que funcionarios como los que nos atendieron en Cartagena de Indias manchen la imagen de la aerolínea con su arrogancia y prepotencia. Desde Chile, donde se respetan los derechos de los consumidores y la libre expresión, queremos advertir a todos los viajeros: ¡NO VUELE EN JETSMART, LO BARATO CUESTA CARO!