Poco después Noruega, Islandia, Tailandia y el Congo hicieron lo mismo. El sábado, las autoridades de Noruega reportaron que cuatro personas menores de 50 años que habían recibido la vacuna de AstraZeneca tenían un número inusualmente bajo de placas sanguíneas, lo que podría causar hemorragias. El domingo, Irlanda y Holanda también suspendieron el uso de este tratamiento
En respuesta a las suspensiones, AstraZeneca indicó que examinó los datos de 17 millones de personas que la recibieron en toda Europa y que “no hay evidencia alguna de un riesgo mayor” de coágulos sanguíneos, en ningún grupo etario ni en ninguno de los dos sexos.
La Agencia Europea de Medicamentos afirmó que “no hay indicio alguno de que las vacunas causaron esas condiciones”, y que la proporción de personas que sufrieron coágulos sanguíneos y que recibieron la vacuna de AstraZeneca no es mayor a los que no la recibieron.
En Gran Bretaña, donde 11 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca han sido aplicadas —más que ningún otro país— han surgido reportes de que 11 personas sufrieron coágulos. Pero en ninguno de los casos se pudo probar que la causa fuera la vacuna.
Algunos expertos señalan que debido a que las campañas de vacunación se están realizando primero para las personas más vulnerables, es muy probable que esas personas ya estén sufriendo de dolencias previas, y por lo tanto se hace difícil comprobar que la vacuna es la responsable de algo que ocurra después.
Siempre que se realiza una masiva campaña de vacunación, es común que algunas personas tengan una reacción adversa, simplemente porque se trata de millones de personas y cada una tiene un organismo distinto capaz de reaccionar de manera distinta. La gran mayoría de estos problemas no tienen nada que ver con la vacuna, pero debido a que ésta está en una etapa experimental, los expertos están en la obligación de investigar cualquier posible efecto secundario adverso