Tras 40 días de guerra, y después de cuatro intentos fallidos de aprobar una resolución, el Consejo de Seguridad de la ONU alcanzó el miércoles un acuerdo para pedir pausas humanitarias “urgentes y amplias” en las hostilidades entre Israel y Hamás, y que “durante un número suficiente de días” permitan el acceso a la Franja de ayuda.
Se trata de la primera resolución vinculante, tras la adoptada mayoritariamente el 27 de octubre por la Asamblea General, de rango menor, pero con dimensión moral y política. La resolución aprobada el miércoles, presentada por Malta, también llama a la liberación inmediata y sin condiciones de todos los rehenes de Hamás (“la toma de rehenes está prohibida por el derecho internacional”, recuerda); y subraya la necesidad, también conforme al derecho internacional, de “proteger a los niños como personas que no participan en las hostilidades, y como personas especialmente vulnerables”.
Los 15 miembros del Consejo de Seguridad logran así superar un bloqueo marcado por cuatro intentos infructuosos de pasar a la acción por culpa del poder de veto inherente de los cinco miembros permanentes. Si en ocasiones anteriores fueron EE UU ―oponiéndose a un borrador de resolución presentado por Brasil, que llamaba también a establecer pausas humanitarias― y China y Rusia, bloqueando una iniciativa de EE UU, esta vez el texto ha pasado gracias a la abstención de EE UU, Rusia y Reino Unido. La iniciativa del Consejo, el máximo órgano de la ONU, encargado de velar por la paz y la seguridad mundiales, sale adelante días después de que Israel aceptara abrir pausas humanitarias de cuatro horas auspiciadas por EE UU. Los dos países se oponen terminantemente a un alto el fuego por temor a que sea utilizado por Hamás para rearmarse o reorganizarse.
“El voto afirmativo se produjo tras cuatro intentos infructuosos de tomar medidas el mes pasado”, reconoce el comunicado oficial. Pese a la mayoría cosechada por la propuesta maltesa, la resolución 2712, adoptada en la reunión 9479 del Consejo, ha sido blanco de las críticas de Israel. Su representante permanente adjunto, Brett Jonathan Miller, fue el último en tomar la palabra antes de la votación para denunciar cuán “alejada de la realidad sobre el terreno” está la resolución, pues “cae en saco roto cuando se trata de Hamás y otras organizaciones terroristas”. Miller señaló que el Consejo se ha reunido una decena de veces en las seis semanas transcurridas desde la “bárbara invasión” de Israel por Hamás, que aún no ha condenado como principal órgano mundial para la paz y la seguridad.
“La resolución se centra únicamente en la situación humanitaria en Gaza. No menciona lo que ha llevado a este momento. La resolución hace que parezca que lo que estamos presenciando en Gaza ha sucedido por voluntad propia”, ha dicho el diplomático israelí. Dado que la máxima prioridad de Israel es devolver a los rehenes a casa, ha subrayado, “y habida cuenta de que las resoluciones del Consejo de Seguridad no tienen ningún peso ante los terroristas, Israel seguirá haciendo lo que sea necesario para lograr este objetivo”, en alusión al desdén con que acoge el texto.
Riyad Mansour, representante permanente del Estado observador de Palestina, también acogió con escepticismo el respaldo del Consejo, en su opinión tardío, ya que, aseguró, el máximo órgano ejecutivo de la ONU debería haber pedido un alto el fuego y haberse convencido de que no hay solución militar. “El Consejo debería haber atendido el llamamiento de la ONU y de todas las organizaciones humanitarias de la Tierra pidiendo un alto el fuego humanitario”, ha dicho Mansour. “Debería al menos haberse hecho eco del llamamiento de la Asamblea General [el 27 de octubre] a una tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida que conduzca al cese de las hostilidades”.
Zhang Jun, el embajador de China —país que ostenta la presidencia del Consejo este mes—, reconoció también que el Consejo debería haberse puesto de acuerdo mucho antes y con una resolución más firme. “La clave está en la aplicación de la resolución y sus disposiciones, al pie de la letra”, afirmó Zhang. Vasili Nebenzia, embajador de Rusia ante la ONU, subrayó que ninguna “pausa” humanitaria puede sustituir a un alto el fuego, y lamentó que la resolución haya quedado “vaciada de contenido” por “la presión de Washington”. “Es una vergüenza que el Consejo haya expresado un llamamiento tan débil”, dijo Nebenzia. Para la embajadora de Reino Unido, Barbara Woodward, la resolución “salvará vidas”, pese a que no condena los atentados de Hamás del 7 de octubre, lo que explica la abstención de su delegación. En los mismos términos se expresó su colega estadounidense, Linda Thomas-Greenfield, quien explicó que su país no podía votar “sí” a un texto que no condenaba a Hamás ni reafirmaba el derecho de todos los Estados miembros a proteger a sus ciudadanos de ataques terroristas, en alusión al apoyo incondicional de Washington al derecho a defenderse de Israel.
Además de exigir la inmediata liberación de los rehenes retenidos por Hamás, la resolución pide “la creación urgente y ampliada de corredores humanitarios en todo el enclave para salvar y proteger vidas civiles”. La denominación de esos pasillos o corredores humanitarios, denominados pausas en algunos borradores de resolución previos —como el vetado por EE UU en su día—, ha tenido al Consejo inmerso en un diálogo bizantino durante seis semanas. Aunque los términos (y conceptos) alto el fuego y tregua siguen siendo tabúes para Israel, EE UU y el Reino Unido, la apuesta por la adopción inmediata de pausas “ampliadas y extensas” para permitir la entrada de ayuda humanitaria en Gaza es un primer paso, aunque insuficiente para la mayoría de los miembros y, sobre todo, de la población civil.