El estancamiento de la infraestructura pública en la Región de Coquimbo

Hospital Biprovincial Quillota Petorca una alternativa de atención de salud, para los habitantes de la región de Coquimbo, que se mantiene desde hace 133 años.

 

Como casi siempre los temas que les comparto tienen que ver con cáncer o historia, les adelanto que esta vez tendrá un poco de ambos. En mi búsqueda de fuentes y material patrimonial, me llevé una tremenda sorpresa, cuando en la página de Family Search pude descargar un Libro de Defunciones del Cementerio Municipal de Quillota del año 1891. En las inscripciones, aun cuando no se realizaron en forma prolija ni ordenada, se lee claramente que el lugar de defunción más repetido es el: “Hospital de Quillota”. Aunque parece obvio, estos son registros valiosos que dan testimonio, que en ese plantel no solo se atendían pacientes de lugares cercanos, como Los Andes por el lado de la cordillera o Puchuncaví por la costa, sino que además de sectores menos conocidos como Purutún. Pero lo que más llama la atención, es que también venían de localidades distantes del norte como, por ejemplo: La Higuera y Tongoy. De eso han pasado 133 años y seguimos viendo como los habitantes de la cuarta región hacen uso de este recinto de la salud pública, porque no tienen otras opciones más cercanas.

El mapa urbano, más antiguo de la ciudad de Quillota propiamente tal, es del año 1934, donde figura la manzana N° 940 asignada al hospital de la ciudad. Luego en otro de 1943, mantiene su ubicación entre las calles: Chacabuco y Maipú. Recién en la década de 1950 se construiría un hospital de material sólido en la manzana adyacente, entre las calles Maipú y La Concepción, pasando a denominarse Hospital San Martín.

Para mediados del siglo XIX, la prensa escrita como “El Duende”, reconocían su importancia y por el radio de acción que cubría, lo mencionaban como el Hospital Regional. Se debe considerar que el hospital de La Calera se inaugura recién el año 1962.

Hace como diez años, mi hermana trabajaba como secretaria en la Dirección del antiguo Hospital San Martín y como ejemplo puedo contarles que en esas labores conoció a la familia Bolados de Ovalle, cuando tenían a un hijo grave acá. Ella invitó a doña Carmen la matriarca, a alojarse en su casa y desde entonces ambas familias se hicieron cercanas. Además, mientras integraba la Unidad del Patrimonio del HSMQ, mi hermana redactó un ensayo con la historia del San Martín, así que me es un tema conocido. Por entonces, ella también cooperó en una investigación que cruzaba información de los libros de registro del hospital, con los del Cementerio Municipal. Espero tener acceso algún día a esos datos, que seguramente confirmarán mis apreciaciones.

A principios de este año y antes de fallecer, Marcelo Maldonado estuvo hospitalizado en el nuevo y moderno HBQP. Como es sabido, él era un gestor cultural del Choapa, que habitualmente se radicaba entre La Ligua y Pichidangui. Personalmente lo conocí gracias a la bendita Carbonada de Locos de Los Vilos. Que él se atendiera acá en Quillota, es algo que no me sorprende.

Hace poco mi hermana, quien estaba aquejada de un cáncer de mama desde hace casi ocho años, falleció y obvio que la familia Bolados se hizo presente en sus exequias. Es el resultado de las relaciones humanas y los efectos de las necesidades de salud no cubiertas en la cuarta región. Es evidente que las alternativas para atenderse han aumentado, pero igual siguen siendo pocas.

Aun cuando pertenezco al Consejo Consultivo de Usuarios del HBQP, no estoy de acuerdo con el hecho de construir hospitales biprovinciales, porque me parece ilógico. Hay que cambiar esa mentalidad, ya que la salud es un derecho igual que la educación, que debe entregarse donde la persona fije su domicilio. Creo que un centro hospitalario trae progreso a una ciudad y si no hay profesionales para implementarlo, hay que generar la necesidad, porque la necesidad crea el órgano. El ejemplo más didáctico es cuando se eliminó la Base Aérea de Quintero. Ese balneario se vino abajo y fue necesario revertir la decisión.

Necesitamos que la infraestructura de la salud pública de la cuarta región finalmente salga del estancamiento histórico al cual nos acostumbramos. Especialmente en cuanto a Centros Oncológicos, pero ya hemos comentado eso.

En esta oportunidad y solo para saber si mis notas le interesan o las lee alguien, les voy a pedir que me ubiquen en las redes sociales y me comenten sus apreciaciones. De repente es bueno generar esas instancias, para incentivar y animar al autor.

 

Por Hugo Quilodrán Jiménez, Presidente de la Fundación ISPAKUL Killota