Equipos de investigadores de Chile, España, Australia y Estados Unidos colaboraron en un innovador estudio que podría mejorar a futuro el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
La investigación se centró en el sistema renina-angiotensina (RAS), una red regulatoria clave en nuestro organismo que controla la presión arterial y funcionamiento del corazón y otros órganos. Su protagonista clave se denomina angiotensina II, péptido de 8 aminoácidos que estimula la contracción y estrechamiento de los vasos sanguíneos y, por ende, incrementa la presión arterial y el tamaño del corazón. Para contrarrestar estos efectos negativos de la angiotensina II, existe una red regulatoria alternativa que genera angiotensina-(1-9) [Ang‑(1‑9)] que ayuda a prevenir el crecimiento anormal del corazón (hipertrofia cardíaca) y a reducir la presión arterial.
Por más de dos décadas, científicos del Centro Avanzado de Enfermedades Crónicas (ACCDIS), trabajaron colaborativamente en el descubrimiento de Ang-(1-9) y sus acciones farmacológicas para prevenir y/o revertir diversas enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, su rápida degradación era una limitación importante para una futura aplicabilidad.
La colaboración multidisciplinaria entre los equipos de investigación de la Universidad de Chile (Dres. Sergio Lavandero y Marcelo Kogan) y Pontificia Universidad Católica de Chile (Dra. María Paz Ocaranza), avalada por una solicitud de patente, condujo al desarrollo del peptidomimético de Ang-(1-9) denominado retroenantiómero Ang-(1-9) [RE-Ang-(1-9)]. Su diseño y síntesis se basó en el conocimiento que el péptido endógeno Ang-(1-9) está formado por 9 aminoácidos de la serie L y que el reemplazo por aminoácidos de la serie D evitaría su destrucción por los sistemas de degradación de los organismos vivos. Los datos experimentales mostraron que efectivamente esta nueva molécula era más estable. La discusión interna entre estos equipos de trabajo condujo a la idea de invertir la secuencia, pero mantener los aminoácidos de la serie D y a hipotetizar que la conformación espacial original y propiedades terapéuticas se podrían mantener. Posteriormente, los equipos del Dr Gerald Zapata (Universidad de Chile) y Eliseo Eugenin (University of Texas Medical Branch, Galveston) comprobaron las interacciones entre el RE-Ang-(1-9) con el receptor blanco AT2R mediante modelamiento molecular y resonancia de plasmón de superficie (SPR). La investigación se publicó el pasado 3 de septiembre de 2024, en la reconocida revista científica Circulation de la American Heart Association (https://www.ahajournals.org/doi/full/10.1161/CIRCULATIONAHA.122.061322)
Trabajo colaborativo multidisciplinario
Este trabajo muestra que existe talento científico e investigación de frontera en nuestro país para resolver problemas relevantes de salud pública, como son las enfermedades cardiovasculares, principal causa de mortalidad en Chile y la mayoría de los países del mundo, destacó el Dr. Lavandero, director de ACCDiS, quien también resaltó que el éxito de estas investigaciones fue producto del trabajo colaborativo multidisciplinario al interior de Centro, que incluyó investigadora/es de las Facultades de Ciencias, Químicas y Farmacéuticas y de Medicina de la Universidad de Chile y de la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile así como la colaboración de investigadores de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Andrés Bello y en algunas etapas de la colaboración de investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología de Barcelona (España), Monash University (Australia), University of Texas Medica Branch (Galveston, USA) y de la University of Texas Medical Center (Dallas, USA). Por otro lado, recordó la resiliencia de los grupos de investigación ya que el proceso completo de evaluación incluyó 5 revisiones que se extendieron por dos años, lo que es un claro ejemplo de la capacidad de “nunca rendirse”, concluyó el profesor Lavandero.
¿Qué ventajas ofrece el Ang-(1-9) RE en comparación con los tratamientos actuales?
La Dra. María Paz Ocaranza de la Pontificia Universidad Católica de Chile señala que los estudios clínicos han mostrado que el tratamiento de la hipertensión arterial con las mejores estrategias terapéuticas actualmente disponibles solo reduce en un 50% el daño cardiovascular. Esta brecha sugiere que el tratamiento actual no es óptimo y que existe la necesidad y oportunidad para desarrollar alternativas terapéuticas más eficaces que prevengan o atenúen la hipertensión arterial y el daño cardiovascular. Adicionalmente, los actuales tratamientos farmacológicos tienen efectos secundarios adversos que pueden disminuir los resultados terapéuticos ya que atentan a la adherencia al tratamiento. La Dra Ocaranza describe que el RE- Ang-(1-9) ofrece reducir la distancia entre el tratamiento actual de la hipertensión arterial y el daño cardiovascular y la obtención de mejores resultados clínicos que ofrezcan mayor eficacia y seguridad.
¿Cuándo podría usarse como tratamiento para las enfermedades cardiovasculares?
Respecto a esta inquietud, el Dr. Marcelo Kogan, también profesor de la Universidad de Chile e investigador ACCDiS, explicó que, aunque este avance científico es un logro significativo, aún se encuentra en una fase inicial. Para su posible aplicación clínica, primero se requerirá realizar diversos estudios en animales mayores y evaluar efectividad y toxicidad. También agregó que este proceso es largo y para llegar a su aplicación clínica se necesita de un importante financiamiento para llegar a la fase en pacientes, concluyó.